¡La puta! ¡Por fin! La gente se estaba volviendo loca ya! Menos mal que ahora está llegando bastante, con las vacunas claro. Este es el propio «a pedido del público», sin bola.
Yo estoy contento, por dos razones, primero; muchos tendrán lo que tanto anhelan y segundo; todos los idiotas se van a vacunar. ¿Y eso? ¿Qué quiere decir? Que toda la vida fui anti-vacunas pero esta vez no, con estas que se están aplicando y que llegan a Bolaguay estoy de acuerdo. ¿Porque? Porque es para idiotas, si no los cura los mata.
Soy de la filosofía que al que quiere se le dá, y si vos las queres bolas tendrás. Ahora, yo no me voy a vacunar, eso si que no, me mantengo en mi derecho de rehusar ser clavado.¡ Vamos! Ni en Tacumbú lo lograron y me lo van a hacer ahora? Dejate de joder!
¿Te acordas de Juan Darthés? El que le dijo a la fulana; ¿Querés que te la ponga otra vez? ¿Y del gato montés que tenía la cola al revés? ¿De A.J. tal vez? ¿El genovés que tiene el culo en los pies? Que por eso es, director de Teviró-Futuro, ¿Entendés? ¿U oles?
Quiero citar a un escritor que no es luxemburgués, fabuloso y muy exitoso, de origen libanés, esto dijo antes de cumplir los 23:
«Cristo curó a los ciegos, a los lisiados, a los paralíticos y a los leprosos. Pero a los idiotas no pudo curarlos». Kalil Gibran
¿Y a los locos? Podía, pero no lo hacía porque Él era uno de ellos, al menos así lo tildaban muchos, igual que a Saulo de Tarso, luego Pablo, apóstol a los gentiles y tantos profetas anteriores que formaron parte del histórico club de «los locos». Nadie va ir contra su propio equipo, menos aún Jesús, quien si viviera hoy, aquí, jamás sería de Olimpia.
Si haríamos como los idiotas, sin serlo claro está, pelearíamos para que no vengan las vacunas y no se apliquen para que no nos contagien, wakalá! Aunque ellos no pelean, mendigan a gritos, desesperados, como indignos y cobardes que son, es mi opinión. Nosotros no lo hacemos porque respetamos la decisión de aquél que quiere hacerse dar, que se haga dar. No obstante, no tienen ningún derecho a contaminar y es eso lo que aquí hay que repensar.
Por eso, les sugiero al ejército de idiotas, los pro-vacunas, que bajen el tonito en contra de los anti vacunas como nos llaman, ¿Saben porque? Porque no somos cobardes y defendemos la vida en todos los ámbitos y por sobre todo la de nuestros seres queridos, y esta actitud es temeraria, o sea, de temer, más temible que el bicharraco wuhanés porque es determinante, de vida o muerte. Sin embargo, ustedes, se la pasan llorando y esperando que cualquier pelotudo como Marito les salve la vida. ¡Partida de perdedores!
Acatamos lo que nos instó Robert Kennedy Jr.: ¡Resistan! Pónganse las botas de combate, no las mascarillas, menos las vacunas, y peleen donde fuere que les toque, desde sus puestos! Si señor!! ¡Así será! Amen.
Ahora bien, «camaradas anti-vacunas», atención! No tratemos de hacer nosotros lo que Cristo no pudo según Kalil Gibran; curar idiotas. No podemos estar avivando giles, ¿te das cuenta?
Que se vacunen y se atengan a las consecuencias, igual tendrán que convivir con nosotros.
A mí, en lo personal como suele decirse, me calienta tres carajos los motes que quieran endilgarme algunos pelotudos por mis posiciones tomadas. Equivocado o no, fundamento siempre cada una de ellas. Sin embargo, creo que si te tildan con cualquiera de estos términos hoy día, estás haciendo bien los deberes: loco, conspiranoico, anti-vacunas, ignorante, fascista, ultraderechista y además todas las fobias con las cuales te quieran rotular. Pero pregúntense, ¿quiénes lo hacen? ¿Quiénes son estos que juzgan o acusan? Puro cizaña, que algún día, con el permiso de Dios, podremos juntar, atar y quemar. ¡No se dejen intimidar! No digo que sea fácil, nada es fácil, solo pinchar turulas, ellos se amparan en la masa, en la patota, en las hordas, son débiles y cobardes, la verdad no tiene que ver con la cantidad, como lo dijo Gandhi: «Un error no se convierte en verdad por el hecho que todo el mundo crea en él».
Como de costumbre un poco de caviar para terminar de desayunar aunque algo pendiente como que de siempre debe quedar.
En esta plandemia hay dos gigantescas evidencias que hacen que esto huela mucho más a podrido que en Dinamarca; 1-La falta de autopsias por parte de la «ciencia médica», así fue desde un principio, y 2- La descarada censura por parte de los medios masivos de comunicación a todo lo que contradiga la mentira oficial de la OMS y el PCCH. No importa que hayan sido cientos de premios Nobel o más, entre otros miles de expertos que cantaron sus verdades.
Solo con estas dos pruebas feroces, las cuales, no necesitan de ningún especialista sino del simple sentido común, son inobjetables evidencias de esta gran impostura.
Pero, como dijo el llamado «padre de la literatura americana»; Mark Twain: «Ninguna cantidad de evidencia logrará convencer a un idiota».
Shabatt Shalom