Con esta frase, Stroessner justificaba su animadversión a la prensa. ¿Tenía razón? Cuando eso no, en mi opinión, hoy le daría en el ojo, en el clavo, en el blanco, en el agujero negro del orto a todos los periodistas, especialmente a los emplumados.
¿Fue profético entonces? De alguna manera, aunque el General administraba realidades y debió arar con los bueyes que tenía en un tiempo distinto.
Los comunes decimos periodista, así se dijo siempre, a los nenes y las nenas incluidos. Pero hagámosle caso por una vez a la idiota de Gloria Rubín para divertirnos. Entonces, Menchi Barriocanal sería la periodista y su paraguayito, Oscarcito «la bosta» Acosta; el periodisto. En consecuencia, cuando nos referimos a todos digamos «periodistes», ¿viste? ¡Ahí está! ¡Felicidades!
También debemos distinguir a la pianista del pianisto, la ciclista del ciclisto y la pilincha del pilincho, ¿De acuerdo?
Que tilinguería!
Hoy se conmemora el día de la gran ramera nacional, la puta más puta de todas, más que las mismas putas, mas puta que los abogados y economistas juntos, mas puta que los jueces y fiscales, la puta de putas, ¡la gran puta!: ¡La prensa paraguaya! ¡Radial, ¡Escrita y televisiva!
Uno de los grandes responsables de todo este puterío es Humberto Rubín, profesor y formador de putas de la prensa. Él mismo es la puta madre del periodismo nacional. ¿Y el padre? Generalmente las putas son guachas, o guachos los putos, no suelen conocer a sus progenitores, son cualquiera.
Ahora, gaucho es completamente otra cosa, ¡Cuidado! A no confundir el cow-boy latino-americano con los bastardos.
Los grandes proxenetas de este quilombo nacional: Antonio J. Vierci, con varios lupanares periodísticos a su cargo, al igual que Drogacio Manuel Cartes Jara, ¡Ñandejára!
Cada uno le pone la marca a su ganado, cada ramera lleva un tatuaje de pertenencia de acuerdo al amo que sirve, tanto jineteras como ataja carteras.
Con este artículo quiero recordarles en su día, lo mierda que son y el daño que han causado a la sociedad paraguaya, inconmensurable e imperdonable. Y lo siguen haciendo a como dé lugar. ¡Malditos vende-patrias!
Muchos de ellos, la mayoría denostadores del régimen de Stroessner, lo han superado en lo que le critican, pyragues asquerosos, soplones, sopla vergas también. Descarados hipócritas que no dicen nada ante la feroz censura que se lleva a cabo en las redes y en los medios masivos en general. Desgraciados de doble cara y doble faz, aquí les va, una vez más, la definición exacta de lo que son hecha por John Swinton, su colega y ex jefe de redacción del diario más importante del mundo, por ende, el más nefasto; New York Times: Me pagan 1500$ semanales para que NO publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años (NYT)… El trabajo del periodista consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano… Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos unos polichinelas (marionetas); ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. NOSOTROS SOMOS UNOS PROSTITUTOS INTELECTUALES».
A fuerza de reiteración hay que imponer esta gran verdad, así como ellos, los periodistas, a fuerza de reiteración imponen grandes mentiras respondiendo a la instrucción del jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels: «Miente, miente que algo quedará». Felicidades prostitutos intelectuales, periodistas de mierda que venden a su raza y a su patria por un salario.
Cuídense que, porque si uno de ustedes muere nadie les va a llorar, al contrario, la ciudadanía va a festejar. «En el bien de los justos la ciudad se alegra; más cuando los impíos perecen hay fiesta». Proverbios 11:10
¡Raza puta!