¿Alguien duda que muchos de le senadores y diputados que fueran expulsados de la cámara en los últimos tiempos merecían ese destino? No, seguramente no. Muchos de ellos (la mayoría tal vez) debían ser desaforados y separados de las cámaras. Ahora, del mismo modo y empleando la misma lógica, ¿Alguien duda que muchos de los que aún permanecen en las cámaras deberían correr la misma suerte? No, seguramente tampoco dudamos de eso; pero es as ahí donde el sentir ciudadano y el concepto de justicia se choca de frente con la realidad.
Justicia es, según afirman los filósofos del derecho, dar a cada uno lo que le corresponde; entonces, ¿Qué pasa cuando no se le da a cada uno lo que le corresponde? Ese concepto de justicia se corrompe, se prostituye y, con él, vamos degradando sociedad, enseñando que el mal o, como en este caso, parte de lo que está mal no recibe la sanción correspondiente o no es corregido.
Hoy, le tocó al senador Buzarquis (tengan por seguro que no será el último) ser blanqueado por sus pares, dejando en claro que no están dispuestos a castigar a quienes hagan las mismas cosas de la misma manera, de hecho, en este caso ni siquiera evaluaron sancionar una conducta ilegítima y claramente reprochable.
Los senadores dejaron en claro, también, que ellos son una casta privilegiada, que no puede ni debe ser mezclada con el común de los mortales porque ellos están más allá de la justicia, ellos son dueños de la vida y de la hacienda de los comunes y, aunque esta frase suene medieval, no deja de ser una triste realidad en estos tiempos donde ellos deciden cuanto pagamos de más por nuestros productos para mantener sus privilegios, donde ellos deciden quien vive y quien muere en los hospitales públicos, en la rutas en mal estado o en una raudal.
Sepan, señores feudales modernos, que el mundo cambió, el pueblo deja de ser pueblo para convertirse en ciudadanía y eso es muy peligroso para ustedes. La ciudadanía los observa atentamente y ya no está dispuesta a rendirles pleitesía; la calle es cada vez más hostil a sus personas debido a su deseo desmedido de conservar sus privilegios y, lo que es aún peor para ustedes, están convirtiendo a quienes consideran simples delincuentes, en perseguidos políticos.
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