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Euclides Acevedo festeja al injerencista embajador cubano

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El nuevo encargado de negocios de la sede diplomática de la dictadura cubana, ñembo embajador Francisco Fernández Peña, injerencista conocido, violador de la convención de Viena para las relaciones diplomáticas (art. 41{3}) que da albergue en la sede diplomática a los camorreros malvivientes de la izquierda paraguaya. Después de instigarlos a la violencia, convenciéndolos de la “apatridia y la cobardía” de los exiliados cubanos que suelen manifestarse ante la embajada. Craso error de cálculo que a los camorreros les tocó saborear de paladar propio.

Organizador de manifestaciones de los grupos de izquierda dentro de Paraguay, convocados desde WhatsApp para lanzar la Coordinadora de Solidaridad con la dictadura cubana.

Semejante representante diplomático, que si el Canciller Euclides Acevedo respetara la dignidad soberana del estado paraguayo le habría tenido que exigir explicaciones y llamado a consultas al embajador en la Habana, después de la actitud descarada del representante y sus lances injerencistas en Paraguay.

En vez de ser requerido, resulta aupado por el Febrerista Ministro de Relaciones Exteriores. Y termina disfrutando de la invitación del ADEP al evento «Hagamos un Break Amigos» en conmemoración del 21° Aniversario de la Asociación de Funcionarios de la Carrera Diplomática y Consular – ADEP y del Día Internacional de la Amistad.

Como puede aparecer como amigo del Paraguay, semejante fantoche de la última narco dictadura comunista del continente que viola sistemáticamente los derechos humanos y las libertades civiles de cubanos y cubanas, que reprime, desaparece y asesina a jóvenes, algunos menores de edad por ejercer el derecho a manifestarse. Y es visto, ese funcionario, disfrutando de las bondades de la democracia, comiendo y bebiendo con otros miembros del cuerpo diplomático acreditado en Paraguay en compañía del referido Euclides Acevedo, ministro de relaciones exteriores que lo nombra de “mi amigo” y le festeja el sombrerito panameño de Jipi-Japa.

Como me convence ese ministro de amar a su patria, si le rinde ese género de pleitesía al embajador de una dictadura, que depaupera a su propio pueblo al punto de forzarlo permanentemente a emigrar.

Si el paraguayo se respetara, exigiría una explicación a su gobierno por semejante accionar

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