Evo Morales no es un indígena, no es un pensador socialista, mucho menos un hombre de Estado. Se trata tan sólo de un matón muy bien marqueteado por las ONGS, todas imbuidas por ideas de izquierda.
Detrás del montaje teatral de Morales se encuentran gente como Bruno Fornillo, Pablo Stefanoni y muchos otros militantes socialistas latinoamericanos. Pero también se encuentran los operadores mediáticos del ala radical de la izquierda norteamericana, Kathryn Ledebur, por ejemplo. En síntesis, el cocalero es, básicamente, un simple peón de una red transnacional de crimen organizado.
Usaron esa misma estrategia para construir la imagen de Rafael Correa y, últimamente, la de Pedro Castillo. Sin embargo, el «humilde» profesor de escuela era la ficha que el Foro de Sao Paulo había montado en Perú. Veamos.
Desde el asalto al poder de Evo Morales y sus bandoleros, la tiranía cubana usó Bolivia para expandir su esfera de influencia a los países vecinos. Los «médicos» cubanos, fuerzas de ocupación, en realidad, se establecieron en la frontera de Perú y Bolivia, y desde ahí empezaron a expandir la revolución a las provincias del sur peruano.
Antes de Pedro Castillo, el castrochavismo ya había intentado crear otros clones de Morales, entre ellos, Walter Aduviri, un personaje ligado al narco y la minería ilegal. Pero Aduviri fue condenado a 6 años de prisión por un evento conocido como el aymarazo. Por lógica, había que buscar otro alfil para escenificar a los «pobres» y «humildes».
Desde que Castillo se montó al poder, Evo Morales no disimuló sus ganas de expandir su imperio cocalero a Perú.
El 19 de diciembre del 2021, Morales llegó a Cusco para presentar RUNASUR, una especia de federación cocalera binacional. Al respecto, Óscar Vidarte, profesor de Relaciones Internacionales de la PUCP, en una entrevista al periódico INFOBAE, expresó:
Pero eso no es todo, en octubre del 2021, varios medios peruanos revelaron que el Movimiento Al Socialismo había instalado una sucursal en Cusco. La boliviana Isabel Ara Condori figuraba como vocera y cabeza del MAS en esa ciudad, quien aseguró que tenían como objetivo expandirse a todas las provincias peruanas. Note la contradicción, los mismos que dicen estar en contra de cualquier injerencia extranjera, son los que se pasan por alto las normas diplomáticas de otros países.
Para Pedro Yaranga, experto en temas de seguridad y narcotráfico, los constantes viajes de Morales a Perú respondían a una estrategia de expansión de las rutas de narcotráfico. Una apreciación totalmente posible, pues Morales tiene relaciones muy cercanas con el congresista del partido Perú libre, Guillermo Bermejo, quien propuso expulsar a la DEA de territorio peruano.
El gobierno de Pedro Castillo se caracterizó por unos constantes escándalos de corrupción y crisis económica. El pasado 07 de diciembre, el Parlamento estaba a punto de pedir su vacancia, sería la tercera ocasión. Pero Castillo intentó disolver el congreso para gobernar por decretos leyes. Además, declaró que el país entraba en un Estado de sitio. Todas medidas contrarias a la constitución. Pero sirvieron para quitarle la fachada de democracia a otra de las dictaduras del Socialismo del Siglo 21.
En este punto hay que resaltar el patriotismo de las Fuerzas Armadas y la Policía Peruanas, quienes no se prestaron al juego delincuencial de Castillo y sus secuaces. De igual manera, el compromiso democrático de la población peruana. Pero acá una advertencia, la sucesora de Pedro Castillo, Dina Boluarte, aparte de estar ligada a tremendos actos de corrupción, viene cargada de todo el maletín ideológico de la izquierda posmoderna (feminismo, abortismo e ideología de género). Esperemos que los valores conservadores del pueblo peruano sigan vigilantes. Pero mientras tanto, festejemos que Castillo se hunde en el basurero de la historia.