Recientemente, la política suiza Sanija Ameti, conocida por su activismo verde y su ferviente apoyo a Ucrania y a Volodimir Zelenski, ha desatado una fuerte polémica tras disparar contra una imagen de la Virgen María y el niño Jesús, supuestamente para «aliviar el estrés». Ameti, quien también es musulmana, compartió el incidente en su cuenta de Instagram con la palabra «Apaga», lo que generó indignación y acusaciones de ofensa religiosa.
La controversia no solo está en el acto mismo, sino en las explicaciones posteriores de la política, quien afirmó que todo fue un error y que lo hizo «sin querer». Esto incluye no solo el disparo, sino también la publicación en redes sociales. Ameti asegura que no fue su intención atacar símbolos cristianos, pero su justificación de que lo compartió en Instagram «sin querer» ha dejado a muchos perplejos, cuestionando la seriedad con la que maneja su papel público.
La acción ha sido criticada desde varios frentes, especialmente por la trivialización de la ofensa hacia símbolos religiosos que representan valores sagrados. En una sociedad multicultural como la suiza, donde convergen diversas creencias y tradiciones, el respeto mutuo es clave para la convivencia pacífica. ¿Dónde queda el respeto por las sensibilidades religiosas en este contexto?
Es fundamental subrayar que este tipo de incidentes, como el protagonizado por Sanija Ameti, evidencia la creciente ola de cristianofobia que atraviesa varios sectores de la sociedad. Mientras que el respeto hacia las diversas religiones debe ser un pilar en cualquier democracia, es igualmente necesario proteger la dignidad y los símbolos de la fe cristiana. La tolerancia no puede ser selectiva, y es urgente poner fin a la normalización de actos que incitan al desprecio de las creencias cristianas. Si queremos avanzar hacia una convivencia pacífica, debemos combatir todas las formas de odio religioso, incluido el que se dirige contra el cristianismo, y promover un diálogo respetuoso y constructivo.