Por Arturo Garcete
En Paraguay también se producen hortalizas de calidad. La agricultura es uno de los principales pilares de la economía del país, es fundamental visibilizar los diferentes sistemas de producción para que más personas conozcan lo que realmente se produce aquí, desde alimentos y materia prima hasta cultivos que son industrializados en el país.
Durante años, se ha difundido el mito de que en Paraguay no se producen hortalizas de buena calidad, especialmente en comparación con los tomates importados, por dar un ejemplo, que supuestamente eran mejores que los producidos localmente. Sin embargo, esa percepción quedó atrás hace ya 20 años. Según datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería, en el país se destinan 1.300 hectáreas a la plantación de tomate, aunque esta superficie puede variar de un año a otro.
Los productores, además de alimentar a sus propias familias, logran financiar la educación de sus hijos gracias a la producción de hortalizas de alta calidad. Ellos comprenden que, con organización y la correcta implementación de paquetes tecnológicos, es posible alcanzar cosechas de excelente calidad. Cuando hablamos de estos «paquetes tecnológicos», nos referimos principalmente al uso de semillas mejoradas, con variedades que se adaptan tanto al clima como al sistema de cultivo que el horticultor desea utilizar. Existen variedades que pueden ser cultivadas a campo abierto, así como en sistemas de protección de cultivos, como mallas mediasombra o invernaderos. Aunque algunos agricultores optan por usar invernaderos completos, otros utilizan estructuras parciales que también forman parte del sistema productivo. No es un método nuevo, pero es importante destacar cómo estas técnicas permiten obtener hortalizas de calidad en Paraguay.
Todo esto no sería posible sin un acceso adecuado a agua de calidad, esencial para implementar un sistema de riego eficiente. Al combinar un buen manejo de la fertilidad del suelo con un sistema de riego adecuado, se incrementa la producción, lo que se traduce en mayores ingresos para los productores, que en su mayoría pertenecen a la agricultura familiar. Sin embargo, este progreso se ve amenazado si los productores no tienen acceso a los mercados o pierden terreno frente al ingreso ilegal de productos hortícolas.
Actualmente, Paraguay produce 47.000 toneladas de tomates al año, lo que cubre la demanda del mercado local entre los meses de mayo y noviembre, con una disminución en los meses más calurosos. Muchos productores están interesados en aumentar la producción, pero la incertidumbre generada por el contrabando en años anteriores hizo que se frenara sus intenciones.
Si se consigue organizar a estos productores y capacitarlos en el uso adecuado de los sistemas productivos mencionados, sería posible incrementar significativamente el volumen de producción de tomate y otras hortalizas importantes. El tomate, a diferencia de la papa y la cebolla, puede cultivarse durante todo el año, lo que lo convierte en un cultivo con gran potencial. La papa y la cebolla, por su parte, tienen épocas específicas de siembra, pero son también rubros de gran importancia en el país, con superficies cultivadas de 773 y 1.410 hectáreas, respectivamente, según el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Tanto la papa como la cebolla también enfrentan los efectos negativos del contrabando, pero tienen un gran potencial de crecimiento si se implementan sistemas de riego en los meses más secos, lo que optimizaría el desarrollo de las plantas y aumentaría su rendimiento.
Es crucial compartir los resultados positivos de los productores que ya están utilizando sistemas de riego en estos cultivos. La organización es clave para lograr una producción eficiente, y un factor igualmente importante es el acceso a créditos para los productores de la agricultura familiar, permitiéndoles mejorar sus sistemas de producción y competir en calidad y cantidad con los países vecinos.