Brasil, el gigante de Sudamérica, país continente con más de 200 millones de habitantes decide su futuro definitivamente el domingo 30 de octubre. Mucho se ha hablado de las elecciones en presidenciales efectuadas el pasado domingo 2 de octubre, que terminó siendo la primera vuelta, cuyos resultados ya es de conocimiento público, los dos únicos cupos disponibles quedaron para los grandes favoritos de la contienda, es decir: el actual mandatario y conservador Jair Bolsonaro que alcanzó el 43% de los votos y; el ultra-izquierdista y fundador del Foro de Sao Paulo, el expresidente Luis Igancio “Lula” Da’Silva, quien obtuvo el 48% de los votos.
Entre las primeras lecturas que saltan de este resultado, es que TODAS las encuestadoras fallaron, tanto brasileñas como internacionales, daban como ganador por amplísima mayoría (más de 10 puntos porcentuales) a Lula del Partido de los Trabajadores (PT), incluso algunas, aseguraron que éste ganaría en primera vuelta.
Pero la realidad golpeó sus proyecciones, pues, Bolsonaro (líder del Partido Social Liberal), contra todo pronóstico y muy a pesar de las grandes cadenas televisivas y la prensa progresista, achicó esa brecha y la redujo a apenas 5% y con este panorama, lejos que quedar liquidado de la carrera presidencia, posiciona al actual presidente brasileño como un candidato sólidamente competente. Un rival difícil con el que tendrá que lidiar el candidato Lula, obligado a concentrar su atención más en lo electoral que en la cachaza.
Un segundo dato a considerar en el análisis, es la abstención, pues, 156 millones de brasileños estaban habilitados para ejercer su derecho al sufragio el pasado domingo, aproximadamente 75% de éstos acudieron a las urnas. Lo que significa que la gran disputa y el factor decisivo de cara a la segunda vuelta está, en gran medida, en esos 11 millones de electores que optaron por abstenerse.
Por último, lógicamente los electores que votaron por los no candidatos no favoritos y que engloban el bolsón de electores que ronda aproximadamente un 9%. Entre los cuales, destaca la Senadora centro-derechista Simone Tebet del Movimiento Democrático de Brasil (MDB), ubicada en el tercer lugar de la primera vuelta y Ciro Gomes del centro-izquierdista Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), ambos ya cerraron filas con Lula.
Pero ello no significa que en bloque ese 9% se irá con Lula, pues, justamente en el seno del MDB, la situación se fracturó, pues, si bien es cierto que Tebet se unió a Lula, su compañero de fórmula, el muy popular juez Sergio Moro (hoy ya Senador electo) se unió a Bolsonaro. Adicionalmente a ello, el presidente concentra sus esfuerzos en establecer alianzas con los liderazgos regionales –más cercanos a la gente- como el caso de Rodrigo García, Romeu Zema y Claudio Castro, Gobernadores de Sao Pualo, Minas de Gerais y Rio de Janeiro, por cierto, tres Estados densamente poblados.
Ahora bien, una vez, expuestos este contexto, quiero volver a lo inicial de este artículo, lo cual estriba justamente en una pregunta que me formuló mi compañero de Diego Martínez de América TV – Paraguay cuando desarrollaba mi habitual segmento de análisis internacional, me dijo: “¿qué le conviene más a Paraguay, Bolsonaro o Lula?”.
Antes de aventurarme a dar un nombre, apelé a una de las variables más importantes: la económica. En ese sentido, recordé que el gobierno de Bolsonaron ha sido uno de los pocos en el mundo en combatir eficazmente la inflación, mal que tiene azotado a la inmensa mayoría de los países en la actualidad. Brasil hoy registra una inflación acumulada del 2022 de apenas 4,7%, una cifra envidiable si se compara con sus pares de la región como Venezuela con 137%, Argentina 71%, Chile con 13% y Colombia con 10. Incluso muy por debajo de la actual inflación estadounidense y de los países de la Euro-zona.
Finalmente, vale señalar que Bolsonaro durante su gestión de gobierno, no sólo administró las finanzas del Estado lejos de macro-escándalos de corrupción como su contendor Lula y antes Dilma, dupla petebista que llevó el gigante amazónico a una verdadera ruina, explosión de la pobreza y al borde de la recesión. Sino que ha sido capaz de generar una sólida confianza en el mercado que se ha traducido en bienestar económico para la gente en general. En crudo, a Paraguay le conviene un vecino fuerte y saludable económicamente, pues, se traduce en un importante factor que beneficia directamente el comercio y la economía, situación que sólo Bolsonaro garantiza.