El conservador Petr Fiala, un politólogo de 57 años, antiguo rector de la Universidad Masaryk de Brno, tras ganar contra pronóstico las elecciones checas, expresó ayer su intención de negociar la formación de gobierno con la alianza formada por los ‘progresistas’ Piratas y los alcaldes independientes del grupo San, que se presentaron juntos a los comicios. No resultará fácil de encajar esta asociación para un hombre de convicciones conservadoras, como ha demostrado en su larga trayectoria con el Partido Democrático Cívico (ODS), una formación que surgió con la llegada de la democracia en 1989, y que también es presidente del laboratorio de ideas Parvý breh (La Orilla Derecha), cuyo objetivo es contribuir a l ideario liberal-conservador.
Pero Fiala se ha mostrado optimista. «Lo prometimos y lo haremos», ha declarado, «el cambio ya está por fin aquí». Con sus palabras se refería, no tanto a la victoria conservadora sobre Babis, como al hecho de que los comunistas y los socialdemócratas han sido barridos del Parlamento checo. Ahora se espera que el presidente del país, el socialdemócrata Milos Zeman, apodere a SPOLU a formar gobierno, aunque cabe la posibilidad de que se lo encargue a Babis, ya que su partido tiene un escaño más que la coalición ganadora, y debido también a la relación de confianza que une a los dos políticos. Zeman, que enfermó gravemente la misma noche electoral, ha de arbitrar la formación de un gobierno y la votación de un parlamento en el que no queda ni un solo diputado de izquierdas.
Los socialdemócratas (CSSD), último socio de la coalición de Ano, simplemente no lograron alcanzar el umbral del 5% de los votos. El partido ya no estará representado en la Cámara de Representantes por primera vez en la historia de la República Checa independiente. Lo mismo se aplica a los comunistas (KSCM), que habían permanecido en el parlamento la Revolución de Terciopelo y que incluso han caído por debajo del 4%. Los presidentes de CSSD y KSCM, Jan Hamácek y Vojtch Filip, anunciaron su dimisión la misma noche de las elecciones. Ambos partidos juntos sumaron menos de 400.000 votos. «Es el fin de los viejos tiempos», ha declarado Vladimír Špidla, una de las viejas glorias que el CSSD, temiendo lo que finalmente ha ocurrido, sacó a pasear en la campaña electoral. El ex primer ministro agitó la campaña junto al dúo Malácová – Stropnický, rostros sin los que un día fue impensable la política checoslovaca. También acudieron el antiguo jefe de los sindicatos Milan Stech y el ministro de Industria Milan Urban, pero no funcionó. Los analistas hablan de un «efecto Mitterrand» en la República Checa, una situación similar a aquella en que los comunistas franceses perdieron los votos de protesta después de ingresar al gobierno del presidente Francois Mitterrand y, literalmente, desaparecieron del mapa político de Francia.
En cuanto a los comunistas, que hasta abril de este año apoyaron al gobierno formado por ANO y CSSD, su presidente Vojtch Filip ha dejado a cargo de la gestión a Petr Šimcnek y Václav Ort hasta el congreso extraordinario convocado para el 23 de octubre. Filip, quien describió el resultado de la elección como «abrumador», dijo ayer que «veremos durante cuánto tiempo la gente no percibirá la falta de propuestas de izquierda» y señaló como «una de las posibles causas la fatiga de los partidos políticos existentes». «Si a la gente no le importa que no quede una izquierda, es su decisión. Pero reducir el espectro político a conservadores y liberales me parece imposible a largo plazo y conduce a los desórdenes que vemos en Polonia, por ejemplo», sentenció.
Durante la reunión del Comité Central de KSCM, celebrada ayer en Praga, predominó la valoración del factor generacional. Ya en septiembre, Vojtch Filip anunció que no defendería su presidencia en el próximo congreso debido a que, a sus 66 años, está deseando jubilarse. El congreso ha sido pospuesto tres veces a causa de la pandemia y eso ha forzado su permanencia. Este partido, que exige abandonar la OTAN y prefiere un estado proteccionista fuerte en lugar de la Internacional, mantiene 26.200 militantes, la base más sólida de todos los partidos, pero abandona la Cámara precisamente en el año del centenario de la fundación del Partido Comunista de Checoslovaquia, el predecesor del actual KSCM. Desde la década de 1920, han formado parte del parlamento. Su pasado totalitario los mantuvo aislados durante décadas. Este bloqueo ideológico fue roto por primera vez a nivel regional por el CSSD, cuando invitó a los comunistas a nueve gobiernos regionales hace nueve años. A escala nacional, Babis fue el primero en llamarlos.