En días pasados, entre mis quehaceres, me llegaba la noticia de que la estatua de Cristóbal Colón que ha estado en pie por más de 100 años en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México le dirá adiós para siempre a su pedestal.
La jefa de gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, informaba que la estatua de Colón será sustituida por una escultura de una mujer olmeca para honrar a las mujeres de los pueblos originarios de México.
Este año también la jefa de gobierno cambió el nombre de una plaza donde el conquistador Hernán Cortez lloró después de perder una batalla. Antes, la plaza era conocida como de la “noche triste”, ahora la nombraron “de la noche victoriosa”.
Este es un hecho más y lamentablemente no aislado en Latinoamérica, al igual que ahora en México esto ha ocurrido en otros países del continente. Y me salta la pregunta ¿Qué piensas o pienso sobre estas revisiones históricas?
Permítame apreciado lector mi respuesta, definitivamente el mundo se ha vuelto loco, está sufriendo un proceso de involución que nos está llevando por caminos ignotos, repletos de pobreza mental y desprecio por la historia.
La incultura y la intolerancia se han apoderado de las masas, manejadas a su antojo por los medios de la izquierda, para derribar esculturas y estatuas como convenga, bajo la excusa de que los personajes que representan fueron aquello o lo otro y por eso se creen estar legitimados para derribarlas, para intentar borrar la historia y reescribirla a su antojo, sin tener un mínimo de seriedad académica.
Noticias como la del principio de esta columna, del derribo de los bustos de Colón, Isabel la Católica, Cortés, Pizarro, Juan de Oñate u otros tantos en Latam por no mencionar que también son alentadas en la patria de estos ilustres personajes, me dejan sin palabras y atónito.
Y así transcurre esta situación en nuestro día a día, sin saber quiénes fueron o hicieron, estas masas ignorantes mancillan a estos insignes personajes sin preguntarse el por qué, arrastrados por la intolerancia más absoluta. Y acusados de racismo, homofobia y genocidio, asaltan sus esculturas, las pintan, las destrozan o las derriban, con la impunidad que les caracteriza. Y contando con el beneplácito, cobarde y revisionista, de los alcaldes, dirigentes locales y nacionales, que instan a retirarlas sin el menor asomo de vergüenza y sobrados de presentismo.
La innegable herencia española
Me hago esta pregunta para sustentar mi defensa de lo hispano. ¿Para quién se hacían las ciudades en América si, según el Archivo de Indias, en dos siglos viajaron 250.000 españoles al Nuevo Mundo? ¿Si no contaban con los indios, para qué tanta ciudad? Pero hay más ¿Saben que Isabel La Católica puso las bases de los Derechos Humanos con sus Leyes de Indias o Leyes de Burgos a favor de los indios, que se aprobaron en 1512, con Fernando de regente?
¿Saben que esas leyes se renovaron con Carlos I en 1542?, ¿Saben que se reconoció la validez jurídica de los casamientos entre indios y españoles en pleno siglo XVI? ¿Saben que los españoles tenían en América una prolongación de España? ¿Saben que el mestizaje se produjo desde el primer momento?
¿Saben que La Monarquía Hispánica fundó numerosas ciudades, universidades y hospitales? ¿Saben que gracias a la imprenta se preservó el idioma de las tribus autóctonas? Así con todo.
La Hispanofobia sigue latente varios siglos después. Pues pretenden borrar esculturas, romper la piedra que dejaron como cimientos y quebrar el hierro que forjaron nuestros antepasados, pero la Historia es la que es, con sus luces y sombras, duela a quien le duela.
Y nunca podrán tapar estos hechos: que Colón abriera el horizonte del mundo conocido; que la costa de California fue descubierta por un español el 20 de septiembre de 1.545; que Juan de Oñate fue el primero en explorar las grandes llanuras americanas; que en 1.514 se aprobó legalmente el matrimonio interracial (en EEUU se aprobó en 1.967); que hoy por hoy no existirían los EEUU si no hubiese existido España hace 400 años y por último, y no menos importante, el ejército americano llevó a cabo un genocidio (como otros tantos) cuando descubrió oro en 1848 y arrebató California a México.
Lo mencionado, la historia de España es la que es y no la podrán borrar por mucho que lo intenten. Y como solía decir mi padre nativo de la tierra de Cervantes, el que pueda que empate (hablando en términos futbolísticos).