En la vida en general y en el periodismo en particular, es importante darle a la palabra el valor que nunca debiera haber perdido y, la mejor forma de hacerlo, es diciendo siempre la verdad.
A lo largo del fin de semana, en las redes sociales, hemos visto vídeos de Horacio Cartes y de Mario Abdo durante sus visitas a la Expo de Mariano Roque Alonso, también, hemos visto que tanto uno como otro han recibido aplausos y abrazos, pedidos de selfie y palmadas en la espalda y, como es habitual en quienes ejercen o han ejercido la primera magistratura de un país, reclamos… esos nunca faltan, como tampoco faltan quienes destacan un vídeo y esconden otro. Sería atendible si uno es partidario de uno u otro, pero no es admisible en un medio de comunicación, eso denotaría una actitud casi extorsiva.
Hoy el mundo atraviesa el nefasto tiempo de la posverdad. La posverdad es una palabra que describe la distorsión deliberada de la realidad, para de esa forma, modelar la opinión pública e influir en el humor social, dejando de lado la objetividad de los hechos y dando preponderancia a las emociones y las creencias individuales.
En política, la posverdad es cundo, apelando a las emociones, el debate se enmarca en las opiniones y no en los hechos, quienes pasan a tener un papel secundario.
La política en nuestro país (y por supuesto los electores), en términos generales se maneja a través de las emociones, no se hacen análisis profundos de las causas y los efectos de las cosas para, luego de ese análisis, ratificar o rectificar los caminos elegidos. Para muestra de este basta un botón o, mejor dicho, cuatro botones… los cuatro legisladores desaforados en lo que va del actual período legislativo.
El diputado Ibañez y los senadores González Daher, Oviedo Matto y Amarilla, nos guste o no, fueron destituidos por los medios de los grupos ABC y Vierci; y no digo con esto que no debieran ser (a futuro) destituidos; solo que, antes, se debía dar una condena en la justicia. En ese sentido, es claro el artículo 201 de la Constitución Nacional, donde se establecen los causales para la perdida de investidura de un legislador.
Tristemente, asistimos al tiempo de la posverdad legislativa, donde los grupos de medios le dictan «SU» agenda a diputados y senadores por igual, y estos demuestran tenerle más miedo a ellos que a sus verdaderos mandantes, los ciudadanos paraguayos.
ND