Las religiosas de la Orden Madre Teresa de Calcuta, que han comenzado a abandonar Nicaragua tras ser notificadas por el Ejecutivo, administraban el Hogar Inmaculado Corazón de María en la ciudad de Granada, en el que albergaban a adolescentes abandonados o víctimas de abusos, a quienes les brindaban ayuda psicológica y educación integral.
Junto a las clases regulares, enseñaban música, teatro, costura, belleza y otros oficios para que se pudieran reinsertar en la vida.
Asimismo, contaban con un asilo de ancianos en Managua, a quienes les proveían alimentación, vestimenta y otros cuidados.
También desarrollaban un proyecto en el que brindaban reforzamiento escolar a estudiantes en situación de riesgo, en su mayoría hijos de mujeres trabajadoras de los mercados populares.
Además tenían una guardería en la que cuidaban a decenas de niños de familias de escasos recursos, cuyos padres -principalmente madres solteras y vendedoras en los mercados, ambulantes, o por cuenta propia-, no tienen para pagar por el cuidado de sus hijos.
Esas obras benéficas comenzaron a ser suspendidas gradualmente desde el pasado 15 de junio, cuando fueron notificados por las autoridades que los iban a cerrar junto a más de 700 organizaciones no gubernamentales.