Analisis

Finis coronat opus

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La frase latina que da nombre al título de este artículo tiene varios significados, uno de ellos índica que debemos persistir en lo que se empieza hasta acabarlo, otra que nada ha de darse por definitivo hasta su conclusión. Ahora bien, dicho esto, cuantas veces habríamos dado un tajo a la vida, haber cortado de lleno momentos por la agonía del tránsito. Hablo de tajo, no de interrupción de la vida misma, para que no haya malos entendidos. Cuantas batallitas evocadoras de sueños trazados, algunos por el destino, otros por nuestras voluntades, y otros por las circunstancias, nos hacen quienes somos. Cuantas veces hubiéramos trepado por las paredes para escapar entre la hiedra sin ser vistos.

Pasan los años y me paso revista cada 1 de enero, como si aún estuviera en el ejército, y sigo viendo el mundo transitar, a veces a caballo, otras a lomo de un borrico sin más porte que su lomo caduco y rudo, y me doy cuenta de que sigo en tierra, aunque a veces sueñe con ese cielo azul eterno en la distancia.

Vivimos en un mundo disociado entre la ignorancia y la necedad de los vagos, acostumbrados a seguir montados en un tren que no les lleva a ninguna parte, tal vez, eso sí, a la desazón particular de la propia concepción de su carpe diem. Menos mal que la evolución de la humanidad no se debe, ni a lo primero, y menos aun a lo segundo. Vivimos en los nuevos tiempos del becerro de oro, a lo mejor nos es necesario que Moisés vuelva a descender del Monte Sinaí para que la sociedad moderna de hoy, vuelva a renacer. Sin querer o queriendo hemos vuelto a transgredir los mandamientos de Dios, volviendo a repetir la historia de nuevo:

Habló Dios todas estas palabras: «Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y muestro misericordia a millares, a los que me aman
y guardan mis mandamientos. […] Yahvé dijo a Moisés: «Así dirás a los hijos de Israel: […] No os hagáis dioses de plata ni dioses de oro para ponerlos junto a mí.»

Éxodo 20:1-6, 22.

Hoy día nuestro becerro de oro no son solamente la codicia, el dinero, las riquezas, también la ignorancia, la necedad, el relativismo, el materialismo, el conformismo y la pasividad. Nuevos ídolos de una decadencia moral planetaria, en especial la occidental. Vivimos horas en las que despreciamos nuestro pasado, y sentimos lástima de nuestro presente, mirando al futuro con desgana y desidia. Nos corroe un tumor maligno, que nos hace vagar como adolescentes, sin rumbo, ni destino. Vivimos tiempos de mediocridad, adentrándonos en una ciénaga en la que flota actualmente nuestra sociedad.

A la par nos encontramos con una nueva concepción de la democracia en la que la imposición neoliberal con inducción estalinista se está acomodando en nuestras vidas de una manera magistral, debido a la parálisis cerebral de una masa disociada. La gran habilidad de estos se encuentra en saber interpretar, las emociones, las tendencias, las costumbres, para marcar un camino y con los bombardeos constantes a través de los medios, poner en marcha el mecanismo que provoque por sí mismo las nuevas sensibilidades.

Pero porque digo esto, porque si viramos nuestra mirada hacia Canadá nos damos cuenta de ciertas cosas que están sucediendo en cuanto a la imposición de la Ideología de Género:

  • -La ley 89 (2017) de Ontario, Canadá, la cual permite al gobierno sacar a los niños de su hogar si sus padres se oponen a la ideología de género. Según esta ley, la orientación sexual y la identidad de género son causal para que los padres pierdan la patria potestad. Esta ley también establece que las agencias gubernamentales prohíban a parejas con convicciones contrarias a los “derechos LGBT” el adoptar niños.
  • La Ley 13, de 2012, obligó a las escuelas públicas a tener “alianzas homosexuales” (=grupos gay) y exigió que las escuelas combatieran la “homofobia” y la “transfobia” por medio de programas educacionales al respecto y severos castigos a quienes fuesen contra lo políticamente correcto.
  • La Ley 77, de 2015 prohibió toda forma de terapia para menores que luchan con la disforia de género u otros aspectos de su sexualidad. Esto ocasionó una gran reacción negativa de numerosos psiquiatras y psicólogos de gran renombre.
  • La Ley 28, de 2016, eliminó los términos “madre” y “padre” de la ley de Ontario, y permite “acuerdos previos a la concepción” para que cuatro personas no relacionadas y no casadas se conviertan en padres “simultáneos” de una criatura.

Con respecto a la pérdida de la patria potestad, la táctica legal que se ha usado es la de afirmar que la orientación sexual y la identidad de género es un derecho del niño, y, por ende, por encima de los derechos de los padres en cuanto padres.

Pronto tendremos que salir corriendo como el manuscrito original de Dr. Zhivago que fue sacado a escondidas de la Unión Soviética en 1956 y que le valió a Pasternak la purga, y la represión. Pero que bien nos lo pasamos. Gracias Pasternak.

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