Analisis

El verdadero debate tras la bofetada de Will Smith

¡Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu maldita boca!

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Los Oscars han terminado, pero las fiestas y las tertulias de los comensales no; ahora comenzará a tocar la orquesta hasta convertirse en una sinfonía. El talento quien sabe si lo veremos, la melodía será una parsimonia de palabras y frases bien hechas, pensadas y estructuradas para diferentes medios, entidades u organizaciones de toda índole. Cada tecla se irá aposentando con la debida oscuridad o luz, conforme a la ideología y los intereses más diversos.

Últimamente, a los comediantes les encanta decirle a cualquiera que los escuche que los chistes “son solo palabras”, y por esta razón, si te ofendes, eres de alguna manera una persona deficiente e inmadura, vamos que eres de una antigua generación de idiotas. Es por esta razón que las personas son capaces espontáneamente de ser cortantes y divertidas, ejerciendo un poder social enorme.

Pero eso sí, mi mente y presumiblemente la tuya, seguirá anclada en ese instante cuando Will se aproxima al escenario e irrumpe con una bofetada rápida y sonora a la cara de Chris Rock. Tan tonta era la broma y ridícula sobre Jada Pinkett Smith, esposa de Will, como el momento que todos pudimos presenciar. Es posible que no estuviera en la mente de Will asestar semejante golpe, pero supongo qué al ver la cara desencajada de su esposa, lo cambio todo. Will se dirige hacia el escenario en busca de su presa, mientras todos los asistentes al acto y los televidentes pensaban que formaba parte de la comedia de Chris Rock, hasta que llegaron las palabras ¡Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu maldita boca! Menos mal que era un negro abofeteando a otro negro. Si Will hubiese sido blanco, estarían recogiendo firmas para llevarlo a la cámara de gas.

Todos en la sala de los Oscar esperaban que Smith ganara el premio al Mejor Actor, por su interpretación de Richard Williams, padre de Venus y Serena, en «King Richard». Y de repente comenzaron a aparecer vídeos en Twitter de Smith siendo consolado por Perry y Denzel Washington durante las pausas comerciales.

Pero el verdadero debate no debería ser tanto el acto violento en sí mismo, sino el hecho de que hayamos normalizado unos discursos dentro del mundo de la comedia, y en el mundillo de los cómicos, hasta el punto de tener una licencia para matar. Matar verbalmente, a través de un chiste, de una ironía, de un monólogo, de manera burlesca sin que la ley se arroje sobre ellos.

Creo que la comedia, ha pasado aun terreno peligroso, donde el todo vale, violenta la propia regla del acto cómico en sí mismo. Hemos perdido los patrones, el orden general de las cosas, y hemos permitido que la permisividad sea el bastión sobre el que se apoya toda una nueva cultura woke. Se ha cerrado filas al orden preestablecido, creando un círculo de perversidad amoral, transgresiones éticas, donde los eventos incongruentes y grotescos son la norma. No hay límites a dicha transgresión y por asociación, cuando se aplica a un contexto humorístico, el término denota aquello que es perturbador y caótico, cuyos efectos están generalmente asociados con la subversión extrema y la deformación de la realidad. Por eso la bofetada de Will no debería estar sujeta al hecho en sí del acto violento, sino al hecho precedente que dio paso al violentado a llevar a cabo dicha bofetada.

No deberíamos obviar que lo cómico parece popular, liberador, subversivo porque concede licencia para violar la regla moral de todos. Pero la concede precisamente a quien tiene interiorizada esta regla hasta el punto de considerarla inviolable. Se permite reír justamente porque antes y después de la risa es seguro que se llorará. Lo cómico no tiene necesidad de reiterar la regla porque está seguro de que es conocida, aceptada e indiscutida y de que aún lo será más después de que la licencia cómica haya permitido dentro de un determinado espacio y por máscara interpuesta, jugar a violarla. Por lo tanto, juega con el espectador, juega con nosotros porque le hemos dado esa licencia para hacerlo, hemos aceptado que sea así, por lo tanto, la propia alteración primeramente viene del receptor.

La bofetada de Will fue más que una bofetada, fue un acto que debe hacernos a todos reflexionar sobre el modelo de comedia que queremos. La pregunta es clara ¿Debemos poner límites a las palabras? ¿Debemos a los comediantes pedirles respeto sobre unas reglas éticas, sin que ello afecte la libertad de expresión? O, ¿Está la libertad de expresión por encima de nuestros derechos?

Después de escribir este artículo, vuelvo a escuchar a Will Smith tras haber recibido el Oscar diciendo:

«Richard Williams fue un acérrimo defensor de su familia. En este momento de mi vida, en este momento, estoy abrumado por lo que Dios me está pidiendo que haga y sea en este momento. Al hacer esta película, tuve que proteger a Aunjanue Ellis, que es una de las personas más fuertes y delicadas que he conocido. Tuve que proteger a Saniyya (Sidney) y Demi (Singleton), las dos actrices que interpretaron a Venus y Serena. Estoy llamado en mi vida a amar a la gente y proteger a la gente y ser un río para mi gente».

Smith continuaba: «Sé que para hacer lo que hacemos, debes poder soportar el abuso, sufrir insultos, tienes que ser capaz de hacer que la gente hable de ti. En este negocio, tienes que ser capaz de que la gente te falte al respeto, y tienes que sonreír, y tienes que hacer como si no pasara nada». Smith añadió además que, después del momento con Rock, Denzel Washington le dijo fuera de cámara: «En tu mejor momento, ten cuidado, ahí es cuando llama a la puerta el diablo«. «Quiero ser un recipiente para el amor. Quiero dar las gracias a Venus, a Serena. «Gracias a toda la familia Williams por haberme encomendado su historia. Es lo que quiero ser, quiero ser embajador de ese tipo de amor… Quiero disculparme a la Academia y a todos los demás compañeros nominados. Este es un momento precioso, y mis lágrimas no son por ganar un premio. No se trata de ganar un premio para mí. Se trata de poder iluminar a todas las personas: Saniyya, Demi, Aunjanue, todo el reparto de ‘El método Williams’, toda la familia Williams.

«El arte imita la vida y yo me veía como el padre loco, tal como dijeron sobre Richard Williams. Pero el amor te hará hacer cosas increíbles. Espero que la Academia me vuelva a invitar»

Vuelvo a reflexionar, y no veo por ningún lado, la disculpa de Chris Rock.

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