La doctora Shi Zhengli y el zoólogo Peter Daszak manipularon en un laboratorio un virus similar al del SARS y le añadieron ocho partes de otros virus de murciélago para «reproducirse bien» en células humanas sin pasar por un animal intermedio, según informa ‘ABC’ (España).
Tras más de un año y el análisis de 80.000 animales, todavía no se ha encontrado en China la fuente natural del SARS-CoV-2: ni el reservorio intermedio ni los murciélagos que se cree son su origen. Cada vez hay más expertos que piden investigar con mayor profundidad otras teorías como la posible fuga de uno de los laboratorios de Wuhan.
Hace ahora un año la Organización Mundial de la Salud (OMS) investigó el origen de la pandemia en Wuhan, blindada por las autoridades para que sus pesquisas no contradijeran la versión oficial de que el coronavirus no procede de China y pudo haber venido del extranjero a través de la importación de alimentos congelados.
Ahora se ha conocido que Shi y Daszak crearon ocho clones del virus WIV1 al que añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos y dos de ellos «se reprodujeron bien» en células humanas.
Mientras Ralph Baric, eminencia de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, había hecho un experimento similar en un laboratorio BSL-3+, Shi Zhengli y Peter Daszak lo hicieron en uno de categoría BSL-2, el penúltimo en seguridad, para avanzar más rápido y con menos coste en sus investigaciones. «Hemos desarrollado un método rápido y de coste efectivo para la genética inversa».
Oficialmente, el virus más cercano que se guarda en Wuhan es un 96,4% similar al SARS-CoV-2 y eso indica una evolución de cuatro o cinco décadas de mutaciones naturales. Para crear genéticamente el SARS-CoV-2, en teoría haría falta un virus que fuera un 99% idéntico.