Hay un tango muy tradicional, «Cambalache», que finaliza una de sus estrofas con la siguiente frase: “vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados», que refleja a cabalidad los tiempos políticos de Paraguay, donde es lo mismo un fiscal… que Carlos Gómez.
Este muchacho, Carlos Gómez, pasó de pedir la lapidación
pública de Juan Ramón Ayala, quien tuvo la osadía de despertarlo un sábado a la
mañana con uno de sus vehículos vendiendo chipa, a pretender investigar a
Horacio Cartes, ex presidente de la nación y uno de los empresarios más grandes
del Paraguay. Con esto, no quiero decir que Cartes no deba o no sea investigado,
pero seamos serios.
Luego de la reunión de José Ortíz y el presidente Abdo, por
el caso de la cementera, muchas viudas salieron al ruedo de la noticia, y si,
digo viudas porque aún lloran lo que pudieron haber sido y ya no son, como el caso
de Gómez y Vargas Peña, que durante un largo tiempo esquivaron (y defendieron
en algunos casos), las denuncias en contra de Cartes o de su grupo empresario,
dejando en claro que lo de ellos no es un problema de moralidad y si uno de
billetes.
Desde su silla de fiscal, en “Teleshow”, Carlos Gómez promete una ardua investigación y hasta las últimas consecuencias, al tiempo que alaba el trabajo de la “Comisión Messer” y del senador Friedmann, lo califica de “Excelente” y se lamenta porque, según su irrefutable opinión el trabajo de la comisión “fue tirado por la borda”; aunque, a la luz de los resultados, la tan mentada comisión fue una pérdida de tiempo y dinero para el ya castigado erario paraguayo.
Yo, (la verdad sea dicha) me pregunto: ¿Es esta defensa al Senador Friedmann una cuestión de moralidad o una cuestión “gremial”? ¿Ataca a Cartes porque lo cree un delincuente, porque se lo dicta alguien más o es una actitud despechada por ya no pertenecer? Todas preguntas sin respuesta por ahora, mientras tanto, hasta que este Sherlock Holmes vernáculo nos ilumine con el resultado de sus exhaustivas investigaciones, deberemos conformarnos con los juicios públicos a los participantes del bailando.