André Iwan y su esposa se mudaron a un pueblo en Hungría desde el este de Alemania hace unos meses, quejándose de los altos impuestos y la sensación de que la inmigración los había convertido en «ciudadanos de segunda clase».
Iwan, de 55 años, compró un terreno en 1998 en Szolosgyorok, cerca del lago Balaton, que alguna vez fue el lugar de reunión favorito de los alemanes orientales y occidentales bajo el comunismo, con vagos planes de retirarse allí. Sin embargo, los recientes cambios políticos y sociales en Alemania aceleraron el movimiento, dijo.
Miles de alemanes, en su mayoría jubilados, se han establecido en Hungría en los últimos años, atraídos por la vivienda barata y los bajos costos de vida. Pero hay otro atractivo para algunos, dicen los propios expatriados y los analistas políticos: la retórica antiinmigración de línea dura del primer ministro de derechas Viktor Orban, ampliamente compartida en grupos de redes sociales dedicados a la emigración.
«Con las políticas que se han llevado a cabo… con la invasión de refugiados de Angela Merkel en 2015, se podía ver que la situación empeoraba cada año», dijo Iwan, que trabajó como capataz de construcción.
«De alguna manera tenías la sensación de que eras un ciudadano de segunda clase, que solo existía para trabajar y pagar».
La excanciller Merkel abrió las fronteras de Alemania en 2015 a más de un millón de migrantes, muchos de ellos sirios, que huían de la guerra y la pobreza. Le valió aplausos en el extranjero, pero resultó controvertido en su país y erosionó parte de su capital político.
El lenguaje de Iwan se hace eco del de los influencers de derecha y del partido de derecha Alternativa para Alemania, que se ha anotado una serie de éxitos electorales, particularmente en el este más pobre y menos diverso, con su afirmación de que Alemania está invadida por inmigrantes y ya no es capaz de controlar la situación.
El gobierno alemán ha dicho que los migrantes son vitales para la fuerza laboral y la economía, aunque se ha comprometido a adoptar una línea más dura contra las llegadas irregulares. PERCEPCIONES, DESENCANTO En 2022 vivían en Hungría unos 22.100 alemanes. El número de llegadas alcanzó su punto máximo en 2021, cuando llegaron 4.036, según datos oficiales húngaros. Alrededor de la mitad tiene más de 60 años.
«Para ellos, Hungría es un país seguro», dijo Monika Varadi, socióloga del Centro HUN-REN de Estudios Económicos y Regionales de Hungría, que ha investigado a los recién llegados.
Con información de Reuters