martes, 16 abril, 2024

La batalla cultural sin cultura

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Nos hemos enterado en pasados días que la conductora de televisión argentina Viviana Canosa, con credenciales de supuesta “anti-globalista”, viene al Paraguay a dar una serie de charlas y que se había pedido prohibido que se lleven a cabo sus eventos en el Teatro Municipal de la Ciudad de Asunción.

Investigando un poco en el asunto, que despertó algo de mi interés, me enteré de que la voz cantante en contra de la presentación de la mediática porteña fue Julio de Torres, actor y escritor paraguayo con cierta trayectoria en el ámbito del tablón teatrero.

Eso me llevó a desempolvar memorias del baúl de mis más recónditos recuerdos. Eran los tiempos del Orkut, la primera red social de uso masivo en el Paraguay. Facebook en ese entonces era para unos pocos elegidos. Ni hablemos de las demás, que estaban en pañales. Pues bien, con Julio de Torres compartíamos el gusto por la música de Richard Wagner, el compositor romántico germano (de quién hablaré alguna vez en específico).

Todo muy bien con él, hasta que en una ocasión nos discutimos (miren de lo que les hablo, ¡en la época del Orkut!) por las representaciones artísticas que el conductor y productor artístico francés Pierre Boulez ha hecho en los famosos “Festivales de Bayreuth” en donde los fanáticos wagnerianos celebran, como sí se tratara de una Santa Misa, a las obras de Richard Wagner. El asunto es que yo me oponía a lo realizado por Pierre Boulez mientras que Julio de Torres lo celebraba como algo sumamente “revolucionario y transgresor”. Es que el director de orquesta francés, hablando mal y pronto, quitó todos los aspectos tradicionales y ancestrales de la mitología wagneriana para que esta pudiera “aggionarse” y “adaptarse” a los estándares de la posmodernidad en lo referente a la estética y a la expresión visual. “¡Sacrilegio, sacrilegio!”, dirían los puritanos.

Hoy en día, mi postura respecto al tema se ha matizado. Pero en ese entonces, más de 10 años atrás, era motivo para trenzarnos como caballeros medievales en una lidia cosmogónica. ¡Quién diría que dos paraguayitos, en el miserable Orkut, se estarían masacrando en discusiones por las interpretaciones wagnerianas de Pierre Boulez! Pero fue así…

Las palabras “zurdito”, “facho”, “progre”, “nazi” corrieron a vuelapluma. Mi adversario luego me había tildado de “Nosferatu Paraguayo” y le devolví las finezas llamándole “Freddie Mercury pero sin su talento”. Teníamos aplaudidores (unos pocos a los que les interesaba el asunto de Richard Wagner), cada uno por su parte, quienes atizaban el fuego y la cosa parecía sumamente intensa, hasta el punto de una supuesta enemistad. Pero pasó el tiempo, nos encontramos personalmente dos o tres veces y a pesar de las notables diferencias de pensamiento y estilos de vida, Julio y yo nos hemos tratado de la manera más cordial imaginable. Es que lo cortés no quita lo valiente, no es nada personal y nunca lo fue. Esto a pesar de que siempre fui un rancio crítico de sus sórdidas obras teatrales, que se han merecido siempre toda mi proverbial mala uva.

Volviendo al tema en cuestión, Julio de Torres se opone a que Viviana Canosa haga una charla “anti-globalista” en el Teatro Municipal. ¿Y quieren que les diga algo? ¡Julio de Torres tiene su parte de razón en esto! Quizás con los argumentos equivocados, pero la tiene.

La cuestión es sencilla. Se supone, en primer lugar, que el Teatro Municipal es un lugar para presentar arte, entendido este como las tradicionales disciplinas escenográficas que se montan por medio de una producción audiovisual, etcétera, no entraremos en detalle. Citemos simplemente: música, ópera, teatro propiamente dicho, danza y lo demás relacionado, que creo, cualquiera sabe de lo que hablamos. En segundo lugar, lo ideal sería (ya veremos que esto es absurdo) que el Teatro Municipal esté libre de eventos de claro tinte político.

En el primer punto, desde luego que alguien podría afirmar que “la oratoria es una de las más antiguas formas de arte, y Viviana Canosa presentará un acto eminentemente oratorio, ergo lo que Viviana Canosa haría en el Teatro Municipal es arte”. Respondo que en este sentido, digamos que la susodicha no se destaca precisamente por su virtud y que el evento en cuestión, más allá de nominalismos, no es “artístico” en su naturaleza. ¿Se trata de un mitin político, llano y sencillo? A todas luces, sí. Salvo que Viviana Canosa se suba al escenario con una toga grecolatina blanca, con algún arreglo floral en la cabeza, con una lira o cítara en las manos y haga, de manera sumamente musical y graciosa, su presentación sobre el “anti-globalismo” (o quizás alguna cosa absurda, en el mejor estilo de Pierre Boulez). Sí ese es el plan de la mediática porteña, entonces yo sería el primero en apoyar a los organizadores de su evento y este artículo sería una crítica a la ridícula postura de Julio de Torres. Pero todos sabemos que tal no es el caso.

También sabemos que ni Viviana Canosa es, por ejemplo, Adolfo Hitler. Ni los productores de su evento son precisamente Leni Riefenstahl. Ella es… Viviana Canosa y ya. Conductora de programas televisivos en Buenos Aires. ¿Se necesita saber más? Equivocados, muy equivocados se encuentran los zurditos y progres (quizás con algo de xenofobia, porque sabemos lo contradictorios que son los liberales cuando les conviene) que quieren presentar a esa sencilla mujer porteña como lo que no es. Ella no va a hacer una espectacular presentación cinematográfica al mejor estilo de “Triumph des Willens”, ni discurseará de manera brillante e incendiaria como el líder del Tercer Imperio Alemán, ni pedirá que se asesine a judíos, lesbianos y gitanos como lo hacían los jerarcas del funesto régimen nazi. Va a hablar de “anti-globalismo”, con lo cual considero, al igual que probablemente considera, Julio de Torres, que lo más correcto es que lo lleve a cabo en algún salón de conferencias adecuado para tales fines y no precisamente en el Teatro Municipal (así como Pierre Boulez debía hacer sus payasadas en un circo, no en Bayreuth, todo sea dicho).

Con lo que nos queda el segundo aspecto. La cuestión artística y política. No nos engañemos: todo arte es político. Para cada manifestación del intelecto del hombre hay una intención filosófica o ideológica detrás. Así como las óperas de Richard Wagner estaban cargadas de una profunda mitología que buscaba exaltar al nacionalismo alemán, así como las obras teatrales de Julio de Torres pretenden celebrar de manera sátira a sus 108 colegas, todo trabajo artístico es político. ¡No nos engañemos!

Es un poco hipócrita que los zurditos y progres hablen en contra de la “politización” del Teatro Municipal siendo que ellos siempre y en todo lugar, utilizan al arte (y a cuánta institución similar exista) como arma política. Pero al mismo tiempo, es completamente brillante por parte de los zurditos y progres que utilicen siempre y en todo lugar al arte como arma política y que estén organizados como una fuerza para imponer su voluntad en este sentido. “Triumph des Willens”.

¡El problema no es que los “zurditos y progres” se opongan al uso del Teatro Municipal y que fuercen sus visiones artísticas, retorcidas y degeneradas sobre el resto! ¡La cuestión y su quid están en que la llamada “derecha” no produce ni crea arte que pueda competir contra la propuesta liberal-zurda-progre!

¿Qué gran artista “de derecha” ha producido Paraguay en los últimos 30 años? Me viene a la mente otro amigo, el apreciado Juan Gabriel Ojeda quién escribió el brillante drama “López Hipertextual”, una celebración gloriosa y trágica al paraguayo más grandioso que parió esta tierra, el Héroe Máximo del Siglo XIX en el mundo, Francisco Solano López Carrillo, el Mariscal de la Hispanidad. Pero cuando el querido Gabriel presentó su obra ante los grandes referentes de la “derecha” paraguaya, estos miraban atónitos… ¡Ya era demasiado artístico, demasiada actuación, demasiada fantasía, demasiada lírica, demasiada crudeza! El puritanismo, sumado a la falta total de visión, hizo que la obra no reciba mucho apoyo, pues obviamente que los “zurditos” (que son enemigos de toda virilidad y vitalidad heroica, generalmente por problemas con la figura paterna) jamás aplaudirían “tanta derechosidad” en una obra de arte. ¡Sin embargo, es lógico que ellos no lo hagan y que busquen silenciarla! ¡Lo que es absolutamente irracional es que los “derechosos” nunca se den cuenta del poder que tiene el “arte” y de la necesidad que hay de apoyar a los artistas que van contra la hegemonía zurdita en la materia!

La llamada “derecha paraguaya” (sí es que esta existe) se encuentra fosilizada, en lo referente al mundo artístico, en las discusiones de la época de la Revolución de 1947. Pero ni siquiera hace falta “ser” un gran artista “de derecha”. Con tener suficiente dinero y buen gusto (cosas que en este país, suelen ir a contramano) uno puede financiar, fiscalizar y revisar meticulosamente el trabajo que, en forma de “mecenazgo”, se paga a otros artistas para que estos lleven adelante una visión bien “derechosa” sobre algún tema.

Pero para los grandes señores de la “derecha paraguaya” (y a nivel mundial, ojo), el arte es “cosa de zurdos” y de esta manera, Viviana Canosa nunca, pero jamás tendrá acceso al Teatro Municipal. Porque se puso actualmente muy de moda hablar de la “batalla cultural” (término reciclado de Otto von Bismarck, otro nacionalista alemán; yo propongo la independencia de toda la semántica y lexicología anglosajona y desde ya declaro que es la última vez que hablaré de “lucha cultural”) pero pelear dicha batalla, sin utilizar las armas que corresponden a la misma, es decir, las disciplinas artísticas y culturales en todos sus amplios espectros, es estar perdidos de antemano.

En el fondo, la cuestión se resume en esto: ser o no ser. Se puede hablar de la “lucha cultural” y luego, están los que toman las armas y llevan adelante la “lucha cultural”, es decir, los que enfrentan al enemigo en su propio campo de batalla. La “derecha paraguaya” debería invadir el Teatro Municipal con sus producciones teatrales, musicales, operísticas, dramáticas, etcétera. Este es el camino, que la “censura” siempre ha existido y siempre va a existir.

Por cierto, no hay mal que por bien no venga: le están haciendo propaganda gratuita al evento de Viviana Canosa. En ese sentido los organizadores deberían estar sumamente agradecidos, pues aquí se aplica un principio que los zurditos manejan a la perfección, sobre todo en el ámbito de las artes: “no hay mala propaganda, sólo propaganda”.

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