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Y una vez más gana la violencia

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Foto de Miguel Báez

Tal vez el espectáculo más bochornoso en los últimos tiempos se vivió en el Defensores del Chaco durante el duelo entre Olimpia y Libertad que correspondía a los octavos de final de la Copa Paraguay. Dentro del recinto el ánimo era festivo y se notaba el fervor en los hinchas que querían ver a su equipo ganar, pero poco a poco esto fue desmejorando al punto en que el partido ya no debió continuar.

El ambiente en la previa del duelo ya venía caldeado con la designación del árbitro Giancarlos Juliadoza que dirigió su primer partido luego de estar en el “freezer” un buen tiempo, la dirigencia franjeada se manifestó de forma contundente en contra del juez por sus actuaciones anteriores dirigiendo partidos del decano, luego con las declaraciones de Roque Santa Cruz en un programa nocturno pocos días antes del cotejo que no cayeron bien en los dirigentes e hinchas olimpistas, además de toda la rivalidad existente entre el Decano y el Guma en los últimos años mezclando de paso fútbol y política.

Del partido, se puede hablar muy poco, Olimpia comenzó mejor, pero tras un error de Víctor Salazar el gumarelo se puso en ventaja gracias a un excelso Lorenzo Melgarejo que con tres goles fue el mejor de la noche. Tras la “plancha” de Alfredo Aguilar a Diego Gómez, Olimpia se quedó con 10 hombres a instancias del VAR y Libertad ampliaba desde los doce pasos. Con esto el partido tomó aires a goleada y el ambiente en las gradas se caldeaba aún más.

Foto de Miguel Báez

Antes de la media hora Melgarejo llegaba a su “hat-trick” y para poner más gasolina al fuego, Roque Santa Cruz ponía el cuarto para el repollero y dio el tiro de gracia para que, a poco de finalizar el primer tiempo, los mal llamados “hinchas organizados” actuaran con total violencia e impunidad contra los protagonistas en el campo de juego y también contra los propios hinchas decanos de bien que iban a la cancha a ver a sus ídolos aprovechando el buen clima y los precios accesibles.

La reacción de la policía se hizo esperar, la poca presencia de los uniformados en el recinto dio luz verde a los “barras” que arrojaron bengalas y petardos al campo de juego e iniciaron una turba que hirió a varios hinchas franjeados que se alojaban en el sector de graderías sur, familias enteras corrían priorizando su integridad antes que continuar viendo el partido, corridas en las calles entre la policía y los barras, disparos incluidos.

Aún así hicieron volver a los equipos para un triste espectáculo de marionetas que duró hasta los 15 minutos de la parte final, la gota rebalsó el vaso y el juez con recomendación de la policía que se veía incapaz de brindar seguridad en el estadio decidió suspender el partido.

La pelota esta vez sí se manchó. La dirigencia del futbol paraguayo debe hacer un mea culpa por lo sucedido y recrudecer en coordinación con la policía nacional la seguridad en los eventos deportivos, una noche que debía ser una fiesta deportiva tuvo como vencedora lastimosamente una vez más a la violencia en nuestro fútbol, y así queremos que las familias vuelvan…

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