El 24 de agosto de 1991 Ucrania se independizó de la Unión Republicana Socialista Soviética (URSS), confederación de Estados socialistas liderado por Rusia y que se disolvió en diciembre de ese mismo año. Desde entonces, Ucrania, nación de la que Rusia es vástago, volvió nuevamente como un Estado autónomo y soberano.
Pero este 2022, los ucraniano conmemoraron los 31 años de su independencia les correspondió hacerlo bajo un contexto supremamente adverso, pues, justo ese mismo día se cumplieron seis meses del inicio de la invasión de la Federación Rusa. Hoy reducido a un conflicto de guerra de desgaste, donde las tropas invasoras evidentemente abandonaron la estrategia de conquista de Kiev y se concentran fundamentalmente en la región del Donbass (los territorios surorientales de Ucrania) y la fronteriza ciudad de Jerkov.
Pero a lo largo de estos seis meses de invasión destacan algunas cifras, la primera de ellas que al menos cinco mil civiles han muerto en el conflicto, las bajas ucranianas se estiman en poco menos de cuarenta mil, mientras que según cifras del Pentágono, Rusia ha perdido alrededor de la mitad de su fuerza desplegada, es decir, unos setenta y cinco mil. Aunque tal vez, la cifra más alarmante según la ONU es que el 40% de la población ucraniana requiere urgente ayuda humanitaria.
Ahora bien, en lo que respecta a los actos conmemorativos de la independencia de Ucrania, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tuvo lugar una sesión donde se discutió el tema, donde una vez más, sólo terminó en la nada, pues, ambas delegaciones se acusaron mutuamente.
Entre los hechos relevantes de la jornada, destacó la visita a Kiev del Primer Ministro del Reino Unido Boris Johnson quien pronunció un enérgico discurso contra Rusia y el gobierno tiránico del Kremlin: “… nosotros en el Reino Unido no cederemos ni por un segundo a la política económica de Putin (…) estamos pagando nuestras facturas de energía por los males de Vladimir Putin, [pero] el pueblo de Ucrania está pagando con sangre. Este no es el momento de adelantar algún endeble plan de negociación con alguien que simplemente no está interesado, no se puede negociar con un oso mientras esté comiendo tu pierna y no puedes negociar con un ladrón callejero”, el Presidente Zelensky le otorgó a Johnson el alto galardón “Orden de la Libertad”. Adicionalmente a ello, también se pronunciaron en solidaridad con Ucrania, los mandatarios Emmanuel Macron y Olaf Sholz, por Francia y Alemania respectivamente.
Sin embargo, el dato político más relevante del conflicto y que tuvo lugar esta semana con su correspondiente impacto geopolítico, viene dado por el giro experimentado por el Presidente de Turquía Recep Endorgan, quien en una rueda de prensa señaló: “… Crimea [debe] ser retornada a Ucrania, ella es una parte integral. Esto es crítico para el bienestar regional, la seguridad global y la estabilidad preservar la integridad territorial de Ucrania, su soberanía y unidad política”. En crudo, Endorgan abandona a Rusia, fortaleciendo sus nexos con la OTAN y occidente en general.
También destacó el asesinato de la periodista pro-putin Daria Dúguina, hija del ideólogo y asesor personal del presidente Putin, el ultra-nacionalista Alexander Duguin, quien murió en un atentado por auto-bomba en pleno territorio ruso. Rusia acusa a Ucrania, pero éstos no se han adjudicado el atentado, aunque algunas fuentes tienden a señalar que fue un grupo anti-Putin el responsable. En todo caso, esto pone de manifiesto que la guerra también llegó al propio territorio ruso, más allá de la alta inflación, el desempleo y fuga de aerolíneas como marcas occidentales.
Finalmente, sobre este conflicto entre Rusia y Ucrania resta un punto medular para toda la comunidad internacional, la planta nuclear de Zaporiyia, considerada la planta nuclear más grande del mundo, hoy bajo control de tropas rusas y sobre el que existe el temor que en medio del conflicto la misma pueda explotar causando una catástrofe no sólo en Ucrania tino en toda Europa.