Imagine que una mañana le toca levantarse en medio de bombas, explosiones y disparos. Usted, como la mayoría de la población, no tiene otra que escapar para preservar su vida. Cogiendo unas pocas provisiones emprende un viaje por varios países. Cuando parece que ya está lejos del peligro, tiene la mala suerte de encontrarse con un par de burócratas de migración que ―sin que usted tenga el más mínimo conocimiento de las razones― lo suben de vuelta al avión, pues resulta que esos dos agentes son aliados del personaje que invadió su nación. Un periplo parecido le tocó vivir a la pareja de ucranianos que buscaba refugio en Bolivia.
Sin embargo, aunque a usted le parezca extraño, ese mismo trato reciben millones de bolivianos cuando deben realizar trámites en las oficinas estatales. Así es amable lector, a los ciudadanos de este país también nos trapean por el piso. Sucede que maltratar a las personas es la mejor estrategia que tienen los burócratas para cobrar coimas.
Al respecto, la organización Transparencia Internacional, en su Índice Percepción de la Corrupción (IPC), muestra que en los últimos 10 años Bolivia ha descendido su puntaje de 34, en 2012, a 30, en 2021. Dato que nos ubica en el rango de las países más corruptos y autoritarios de la región.
A los emprendedores tampoco les va mejor. En Bolivia existen 42 procedimientos para pagar impuestos que exigen 1025 horas anuales. Además, la carga impositiva alcanza al 83,7% (la cuarta más alta del mundo). El mote de infierno fiscal le queda de pelo al país.
Empero, los atentados contra la iniciativa privada no se reducen solamente al terrorismo tributario, sino también al avasallamiento de tierras ―especialmente, en el departamento de Santa Cruz― que cometen los grupos de choque afines al gobierno. Y es que el conflicto por la tierra en el oriente boliviano busca cambiar las mayorías poblacionales en las áreas rurales para asegurarse el control de las provincias y municipios de la principal región opositora al actual gobierno nacional. Note la ironía: en Bolivia el ciudadano de a pie tiene que protegerse de los abusos del gobierno.
En noviembre del 2015, el ranking Bloomberg calificó al sistema de salud boliviano como el peor de Sudamérica y uno de los peores del mundo. Para llegar a estas conclusiones, creó un sistema de puntajes que miden la salud y los retos de salubridad que tiene cada país, así como los riesgos de salud a los que están expuestos los habitantes de las naciones. Entre las principales causas de muerte en Bolivia se encuentran infecciones agudas respiratorias, infecciones intestinales ―que se presentan generalmente durante los primeros años de vida― y el cáncer.
En febrero del 2021, La UNESCO publicó los resultados de un estudio que había realizado en Bolivia en 2017. Unos 12.000 alumnos de los nueve departamentos participaron en los exámenes (que tuvieron el aval del ministerio de educación). El peor desempeño obtenido por Bolivia (puesto 14 de 16 naciones) se da en los casos de lectura y ciencias naturales para sexto de primaria. Los alumnos bolivianos obtuvieron menos de tres puntos sobre cuatro. En contrapartida, un leve mejor rendimiento se da en matemáticas. Los alumnos del tercer grado alcanzan el puesto 12 de los 16 países que participan del estudio. Como era de esperarse, el gobierno no hizo pública la investigación. Ya que tira por los suelos su narrativa respecto a los logros en gestión de Evo Morales.
Asimismo, las libertades de prensa y expresión son saludos a la bandera. La organización Freedon House, en una investigación titulada: Libertad de Prensa 2017, calificó a la prensa boliviana como parcialmente libre. Especialmente, por los ataques que reciben los medios de comunicación por parte del gobierno y sus «movimientos sociales» (en realidad, se trata de matones financiados por el oficialismo).
Con el afán de controlar lo que se informa, el Estado boliviano volcó toda una ingeniería represiva contra los medios de comunicación. Los métodos incluyen ataques verbales públicos, detenciones arbitrarias, campañas de descrédito, amenazas y, como el caso de Las Londras en La Chiquitania boliviana, secuestro de periodistas. Bolivia es una patria prisionera de los grupos sindicales ―el magisterio, entre ellos―, de empresarios prebéndales, de burócratas abusivos, de carteles de narcotraficantes y, especialmente, de una falsa oposición ¡Pobre país!