El corazón de París se apagó el lunes al ver cómo las llamas abrasaban su queridísima Notre Dame. Los franceses y buena parte del mundo amanecieron este martes con las dudas sobre qué tan devastadores fueron las llamas en la catedral.
El siniestro que arrasó parte del histórico edificio parisino fue sofocado este martes, aunque persisten dudas sobre la resistencia de la estructura de este símbolo de la cultura europea y testimonio de la historia de Francia.
El fuego quemó la armadura de madera del techo de más de 100 metros de longitud, conocido como «el bosque» por el gran número de vigas que hubo que utilizar para instalarlo, así como la aguja de 93 metros de alto, uno de los símbolos de París.
La corona de espinas y la túnica de San Luis, dos de las reliquias más importantes, están a buen resguardo, afirmó monseñor Patrick Chauvet, el rector de la catedral.
La Fundación del Patrimonio, una organización privada que trabaja por la salvaguarda del patrimonio francés, lanzará este martes una «colecta nacional» para la reconstrucción de la catedral.
La catedral de Notre Dame, cuya construcción se inició en el siglo XI, forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1991. Es el monumento histórico más visitado de Europa, con entre 12 y 14 millones de visitantes anuales.
Pese a los inestimables daños, no todo se perdió. Nuestra Señora, una estatua de Virgen María, fue descubierta casi intacta y la mayoría de las vidrieras del templo, incluido el magnífico rosetón redondo que domina la fachada occidental de la iglesia, se salvaron.
Entre los tres órganos de Notre Dame, el gran órgano, con sus cincos teclados, sus 109 juegos (conjunto de tubos) y sus casi 8.000 tubos, es el más sobresaliente. Los expertos afirman que el humo, las filtraciones de agua, el humo y el intenso calor pueden haber afectado las tuberías del instrumento.
Philippe Marsset, vicario general de Notre Dame, fue uno de los primeros en poder entrar en la catedral gótica, cuyos arcos esculpidos estaban ennegrecidos por el humo, la noche del lunes, después que el fuego fuera controlado. «Era como si hubiera habido un bombardeo», contó sobre lo que queda de la iglesia donde fue ordenado sacerdote hace 31 años.
Las estatuas monumentales que decoraban el tejado de Notre Dame de París se libraron por poco del siniestro, después de haber llegado la semana pasada al suroeste de Francia para ser restauradas, en cambio el gallo relicario que coronaba la aguja se quemó antes de ser enviado para su renovación.