Juan Guaidó dispuso que la ayuda humanitaria depositada en Colombia debía llegar a Venezuela cruzando los cuatro puentes de Cúcuta. Nicolás Maduro considera que esa ayuda es una maniobra de Donald Trump para forzar su caída y decidió cerrar los puentes que unen Venezuela con Cúcuta. Guaidó está en Colombia y hoy marchará junto a miles de compatriotas para entregar la ayuda humanitaria en Venezuela. Las tropas de Maduro esperaran al otro lado de los cuatro puentes para evitar que las donaciones americanas ingresen al territorio venezolano. Y antes del mediodía, cuando el calor en Cúcuta ya sea insoportable, Guaidó y Maduro deberán decidir la suerte de Venezuela: un simple error de cálculo político, una mínima sobreactuación ante los medios, pueden causar una tragedia inédita en la historia de América Latina.
Estados Unidos-Colombia
Elliott Abrams es una halcón republicano que aprendió a volar durante la Guerra Fría. Fue designado por Trump como representante especial para Venezuela y conoce la región como pocos en la Casa Blanca: aún se recuerda su protagonismo en el caso Irán-Contra y su controvertida posición respecto a los grupos paramilitares que asolaron Centroamérica en la década del ’80.
Abrams aborrece las cámaras de televisión y conoce los ritos de la diplomacia secreta. Sin embargo, el representante especial de Trump apareció en un playón que pertenece al complejo del puente de Tienditas y no tuvo problemas en enfrentar a los periodistas.
«Venezuela será libre quizás mañana, quizás pasado mañana«, contestó Abrams ante una pregunta de Infobae. El viejo halcón no hizo mención a una vía militar para derrocar a Maduro, pero se sabe cómo piensa y qué propondrá si Maduro hoy desarma la ofensiva de Guaidó o provoca una tragedia.
Guaidó es el presidente interino de Venezuela y su poder se vincula a la Casa Blanca y al respaldo de importantes países de América Latina, Europa, Asia y Medio Oriente. Su agenda se articula con un plan aprobado por Trump y ejecutado junto a Colombia, que tiene un rol clave en esta crisis geopolítica.
Ivan Duque, el presidente colombiano, recibió a Guaidó, le dio seguridad personal y sueña con la caída de Maduro.
Sin la posición política de Duque hubiera sido imposible organizar el Venezuela Aid Live y preparar el desembarcó que hoy hará Guaidó para golpear al régimen donde más le duele: la crisis humanitaria y su negativa de recibir toneladas de ayuda que pueden salvar la vida de niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Estados Unidos y Colombia funcionan como un tándem geopolítico. Y Guaidó se apoya en este tándem para acorralar al líder populista. En las últimas horas, los presidentes Sebastián Piñera (Chile) y Mario Abdo (Paraguay) se sumaron a la presión ejercida desde Washington y Bogotá, mientras que hubo un pronunciado silencio de Mauricio Macri (Argentina) y Jair Bolsonaro (Brasil). Macri siempre lideró la ofensiva contra Maduro y Bolsonaro ya exhibió su alineamiento con la Casa Blanca. Por eso llamó la atención que los presidentes de Argentina y Brasil no hubieran posteado un mínimo tuit para apoyar el Venezuela Aid Live o saludar la irrupción de Guaidó en Colombia.
En esta coyuntura histórica, adonde Guaidó aparece lanzado con una estrategia que es empujada por Washington y Bogotá, Macri y Bolsonaro podrían funcionar como un balance de poder. No hay duda sobre la crisis humanitaria, pero si Maduro y Guaidó insisten con su estrategia, puede suceder una nueva tragedia en Venezuela.
El sistema internacional ha sufrido cambios abruptos por una secuencia inesperada del dilema de seguridad o por la molicie de ciertos sonámbulos que creían tener razón en todas sus decisiones de estado. Brasil y Argentina se celaron durante décadas y la Primera Guerra Mundial causó una tragedia mientras la élite europea dormía en los mejores de hoteles de Paris y Viena. Maduro lidera un régimen populista y Guaidó busca una transición democrática en Venezuela. Estas posiciones enfrentadas implican un obvio juego de suma cero. Habrá un solo ganador y su triunfo político aparece vinculado –inevitablemente—al uso de la fuerza.
Cruje el régimen populista
Guaidó llegó a Colombia apoyado por oficiales rebeldes que protegieron su camino desde Caracas a Cúcuta. Esta información estratégica, que anoche desclasificó el presidente interino, significa que Maduro ya no maneja todo el poder militar. A su vez, ciertos generales analizaran los términos de su contrato político con el líder populista, a medida que se desarrollen los acontecimientos que hoy protagonizará Guaidó y miles de venezolanos que pretenden cruzar los puentes de Cúcuta con la ayuda humanitaria.
Para Maduro se trata de un planteo binario: si deja entrar la ayuda, su poder caduca al instante. Y en este contexto, aparece su primer dilema: cómo derrotar a Guaidó sin muertos ni heridos en los puentes. Maduro sabe que un asesinato por televisión causará su caída y el comienzo de la transición democrática en Venezuela.
La situación política entre Guaido y Maduro puede medirse con los recitales de ayer. El presidente interino participó de una fiesta popular que fue trasmitida alrededor del planeta. En cambio, el líder populista logró que cantará Yugular frente a mil venezolanos que todo el día miraron Venezuela Live Aid a través de las redes sociales. Guaidó tiene la gente; Maduro las armas.
Los puentes de Cúcuta están cerrados del lado venezolano. Miles de refugiados, sin distinción de edad o clase social, marcharan hoy por esos puentes rumbo a su tierra. Guaidó dio la orden de avanzar. Maduro de reprimir. La tragedia no tiene vencedores.