Hemos oído hablar una y mil veces de lo poco aconsejable que es reutilizar las botellas de agua de plástico: el material del que están hechas no está pensado para ello y ese uso repetido puede conllevar que compuestos del plástico pasen al agua, con el paso del tiempo. Ahora bien… ¿qué pasa con las bolsas herméticas para conservación de alimentos, esas bolsas de ‘zip’ tan prácticas con las que congelamos pescado o carne, o transportamos galletas o bocadillos?
Está claro que cuanto menos plástico usemos, tanto mejor para el planeta y para nuestra economía -evitando la compra constante de unos envases o recipientes que no son del todo necesarios-. Pero, en caso de que recurramos a estas bolsas, hay algunas normas básicas que debemos seguir. ¿Podemos darles varios usos, o es necesario desecharlas cada vez?
«Todo dependerá de los alimentos que pongamos en esas bolsas. Si son ácidos o grasos, o de difícil limpieza, las bolsas no se deben reutilizar, ya que hay que evitar la contaminación cruzada con el anterior alimento», cuenta Lluís Riera, director de la consultora de seguridad alimentaria SAIA.
En este mismo sentido, la especialista en alimentos Mercé Gonzalo afirma que «sería un riesgo utilizar una bolsa que haya contenido carne o pescado crudo por ejemplo, si no podemos asegurar su limpieza absoluta. Pues existiría riesgo de contaminación cruzada, es decir, los microorganismos que hubiera en la carne y el pescado pasarían al nuevo alimento».
Es decir, si lo que vamos a congelar o conservar, por ejemplo, es pan cortado o galletas, y siempre usamos la misma bolsa, esto no tendría que suponer ningún problema en cuanto a seguridad alimentaria. Lo más problemático es la reutilización en caso de conservar alimentos frescos.
También debemos tener en cuenta que en el mercado existen diferentes bolsas para uso alimentario. Algunas se autodenominan «multiusos» y cada tipo tiene unas especificaciones para su uso correcto. «El comportamiento del plástico está estudiado por el fabricante según el uso que se le de, por lo tanto se aconseja seguir lo que diga el fabricante, y si apunta o no que se pueden reutilizar», añade Riera. «En cualquier caso hay que tener en cuenta las indicaciones del fabricante que va a determinar para qué usos son aptas y para qué usos no», explica Gonzalo.
Estas bolsas suelen estar hechas de polietileno de baja densidad, «un material bastante resistente químicamente y a las temperaturas. No obstante, debemos tener en cuenta que en función del tipo de material, de su grosor, etc. el fabricante va a indicar instrucciones de uso y posibilidad de reutilizarse. Si se trata de bolsas reutilizables, lo que tendremos que tener en consideración es que podamos eliminar totalmente los residuos del alimento que hemos conservado previamente en la bolsa, antes de usarla de nuevo», según la especialista en tecnología de los alimentos.
Riera recomienda que, si se quieren reutilizar las bolsas de conservación, se usen bolsas de silicona, «que son más resistentes tanto al frío como al calor, y son de fácil limpieza y desinfección, ya que se pueden meter en el lavaplatos».